Congreso de Exorcistas y Auxiliares en México D.F.

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La Iglesia católica de México prepara a clérigos y creyentes como exorcistas para que no sucumban ante el demonio, así como a terapeutas para tratar a personas con neurosis y depresión, padecimientos que aumentan en el país.

El arzobispo auxiliar de México, Florencio Armando Colín, explicó que esta preparación obedece a la demanda que hay en sus parroquias de personas que creen estar poseídas o se sienten afectadas por la depresión.

«A las parroquias llegan muchos creyentes que parece que están poseídos, pero no lo están, simplemente llegan con esa carga maligna que los hace saturarse en su vida personal, psicológica, moral, religiosa», dijo.

El jerarca católico agregó que ante esta situación los sacerdotes deben estar preparados para ayudar a esta gente a «liberarla de esas cargas».

En la inauguración de la primera etapa del Congreso de Exorcistas y Auxiliares 2010, que inició el 17 de Agosto y concluyó el jueves 19 de Agosto, con el seminario general, en la capital mexicana, el prelado dijo que la preparación permite a sus especialistas diferenciar entre una persona «poseída» y una que vive «inmersa en la opresión», y «en ambos casos se requiere de atención y sanación espiritual», añadió.

Según Colín, en los últimos veinte años sólo se han practicado cinco exorcismos en el mundo, aunque dijo que una posesión no «está ajena de que pueda ocurrir».

Este congreso cuenta con dos grupos, uno integrado por principiantes en el tema y compuesto por sacerdotes, médicos, psiquiatras y laicos, que fue el seminario general y el segundo que consiste en el seminario menor que será los días 24, 25 y 26 de Agosto, lo forman sacerdotes y seminaristas que ya han tenido experiencia con los diferentes rituales de expulsión del demonio o en sanaciones.

«No solamente es tarea de los religiosos, sino también de todos los creyentes; que sepan cómo atacar a los tenebrosos oficios del mal. Pero sólo se puede a través de conocer bien las estrategias para combatirlo», argumentó.

Según Colín, entre los males que «abren la puerta al diablo» están las ambiciones del poder y dinero.