Sin el Espíritu Santo, la Iglesia agotaría sus fuerzas

No hay Iglesia sin Pentecostés, lo dijo el Papa antes del rezo del Regina Coeli, desde la ventana de su estudio que asoma a San Pedro. La iglesia, en efecto, vive constantemente de la efusión del Espíritu Santo explicó Benedicto XVI– sin el cual se le agotaría sus propias fuerzas, como a una barca de vela, a la que le faltara el viento. Pentecostés se renueva particularmente en algunos momentos fuertes, sea nivel local como universal, sea en las pequeñas asambleas como en las grandes convocatorias, desde el Concilio Vaticano II a las encuentros locales de oración en los que los jóvenes sienten claramente la llamada de Dios a radicar su vida en su amor.