La paz jamás es un bien alcanzado plenamente, sino una meta a la que todos debemos aspirar y por la cual todos debemos trabajar". Es la reflexión que Benedicto XVI ofreció a la hora del ángelus. En el día en que la Iglesia celebra el título más grande de la Virgen María, Madre de Dios, el Papa recordó que "gracias a su generoso ‘sí’ apareció en el mundo la luz verdadera que ilumina a cada hombre". Gracias a esta humilde muchacha podemos contemplar el rostro de Dios, que se reveló en Jesús. Deseando que los responsables de las naciones puedan seguir el anhelo de la humanidad a la reconciliación, el Pontífice invitó a todos "a tener la paciencia y la constancia de buscar la justicia y la paz.