«Dios es amor y sólo cuando nos abrimos totalmente a ese amor y dejamos que se vuelva la única guía de la existencia, todo se transforma, se encuentran la verdadera paz y el verdadero gozo». Es la reflexión que ha ofrecido Benedicto XVI hoy durante la audiencia general, dedicando la catequesis a la figura de Juliana de Norwich. Venerada por la Iglesia católica y la Comunión anglicada, fue una mística que vivió entre 1342 y 1430. La herencia de esta anacoreta, explicó el Papa, se encuentra en el libro «Revelaciones del Amor Divino», en el cual Juliana narra las dieciséis visiones que tuvo durante una grave enfermedad.