Lunes 4 noviembre 2013
Lunes de la trigésima primera semana del tiempo ordinario
Carta de San Pablo a los Romanos 11,29-36.
Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables.
En efecto, ustedes antes desobedecieron a Dios, pero ahora, a causa de la desobediencia de ellos, han alcanzado misericordia.
De la misma manera, ahora que ustedes han alcanzado misericordia, ellos se niegan a obedecer a Dios. Pero esto es para que ellos también alcancen misericordia.
Porque Dios sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos.
¡Qué profunda y llena de riqueza es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus designios y qué incomprensibles sus caminos!
¿Quién penetró en el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero?
¿Quién le dio algo, para que tenga derecho a ser retribuido?
Porque todo viene de él, ha sido hecho por él, y es para él. ¡A él sea la gloria eternamente! Amén.
Salmo 69(68),30-31.33-34.36-37.
¡Pero a mí, humillado y afligido,
que me levante, oh Dios, tu ayuda!
Celebraré con un canto el nombre de Dios,
proclamaré sus grandezas, le daré gracias.
Vean esto, los humildes, y regocíjense.
¡Reanímense, los que buscan al Señor!
Pues el Señor escucha a los pobres,
no desdeña a los suyos prisioneros.
Pues Dios salvará a Sión
y reconstruirá las ciudades de Judá:
allí habrá de nuevo casas y propiedades.
Los hijos de sus siervos serán los herederos,
y allí morarán los que aman su Nombre.
Evangelio según San Lucas 14,12-14.
Después dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.
Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.
¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!».