Comentario del Evangelio por Cardenal Joseph Ratzinger

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Comentario del Evangelio por Cardenal Joseph Ratzinger [Papa Benedicto XVI]
El Dios de Jesucristo
«El que acoge en mi nombre a un niño como éste, es a mí a quien acoge»

Hemos de recordar que el título de nobleza teológica central de Jesús es «el Hijo». ¿En qué medida esta designación fue prefigurada ya lingüísticamente, en la manera en la que Jesús mismo se presentó?… Sin duda intentó resumir en una palabra la impresión general que daba su vida; la orientación de su vida, su raíz y su punto de origen tenía como nombre » Abba » – papá. Sabía que nunca estaba solo; hasta en su último grito en la cruz se dirige por entero al Otro, al que llama Padre. Esto es lo que hizo posible que su verdadero título de nobleza no sea finalmente «Rey» ni «Señor» ni otros atributos de poder, sino una palabra que también podríamos traducir por «niño».
Entonces, podemos decir que si el niño ocupa un lugar eminente en la predicación de Jesús, es porque está en consonancia con su misterio más personal, su filiación. Su mayor dignidad que le lleva a su divinidad, no es, al final, un poder que posee por si mismo; sino que consiste en el hecho de volver al Otro—a Dios Padre…
El hombre quiere hacerse Dios (Gn 3,5) y debe llegar a él. Pero cada vez que, como en el eterno dialogo con la serpiente del Paraíso, él trata de alcanzarlo, librándose allí de la tutela de Dios y de su creación para no apoyarse más que en sí mismo e instalarse en sí mismo; cada vez que, en una palabra, se vuelve completamente adulto, completamente emancipado, y cada vez que rechaza la infancia como estado de vida, desemboca en la nada, porque se opone a su propia verdad que es dependencia. Solamente ha de conservar lo más esencial de la infancia y la existencia de hijo, vivida primero por Jesús, para entrar con el Hijo en la divinidad.

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