El obispo tiene grandes responsabilidades pero sobre todo debe ser un maestro y un testigo de la cercanía con Cristo, encomendándose confiado a la obra del Espíritu Santo que lo guía. Lo ha subrayado el Papa en el discurso a los obispos recientemente nombrados, reunidos para un curso de la Congregación para los Obispos. El obispo, dijo el Papa, está llamado a ser fuerte y decidido, justo y sereno para un discernimiento sabio de las personas, de las realidades y los acontecimientos, requerido por su tarea la de ser padre, hermano y amigo en el camino cristiano y humano.